El arte renacentista recuperó el desnudo clásico como ejemplificación de belleza ideal, tanto física como moral. Mel Ramos realizó obras de un erotismo más evidente, cercano a la pornografía, con figuras femeninas que parecen pin-ups, equipacion city como en Miss Corn-Flakes (1964) o Philip Morris. Así, se fue forjando la secularización del desnudo, pasando de los temas religiosos medievales a los profanos, a veces con intentos algo forzados de justificar este tipo de representaciones fuera del ámbito religioso: las principales obras de Botticelli, La primavera y El nacimiento de Venus, representan el concepto neoplatónico que Marsilio Ficino extrapoló del mito de Venus como ideal de la mujer virtuosa, donde a pesar de su desnudez tras su nacimiento en edad adulta su primera reacción es la de cubrirse, siguiendo el antiguo concepto de la «Venus Púdica».