En los pocos casos de representación del desnudo son figuras angulosas y deformadas, alejadas del armonioso equilibrio del desnudo clásico, cuando no son formas deliberadamente feas y maltrechas, como señal del desprecio que se sentía por el cuerpo, que era considerado un simple apéndice del alma. En las escasas representaciones de desnudo femenino -generalmente figuras de Eva- son figuras de vientre abultado, hombros estrechos y piernas rectilíneas, aunque en cambio se suele trabajar el rostro de forma personalizada, cosa que no ocurría en la antigüedad.